Este está siendo el año de la crisis, dicen que el 12 será peor,pués echaremos huevos, para la docena. Estoy en situación de desempleo, levantandome a las siete el 26 de diciembre, no para ganarme el pan con el sudor de mi frente, sino para venir a un curso de Lanbide, a temperatura horno, cuando en la calle hay 4º y sin saber que hacer con mi hijo estos días, mientras en mi pantalla parpadea el anuncio de Gobierno Vasco sobre conciliación, contradicciones de la Consejera de Empleo, se pierde en ellas y satura Lanbide.
Ha pasado el primer atracón festivo y resta despedir el año del paro, el horror, el desaliento, el miedo, la resituación y la fe, algo en el futuro, pero sobre todo, la fe en mi gente, el verdadero valor está en mantener mi cabeza sin tararme y tener a un grupo de personas, que son el verdadero NORTE de mi vida. A estas, mi gratitud, mi amistar la tienen, pero quiero que sepan que la vida es buena junto a ellas. Especial recuerdo para dos:
La amiga-hermana, como ella me define a mi, por su lección de amor y de razón, por dejarme aprender de su actitud, y sobre todo, por dejarme acompañarla.
Y a mi loca-envolvente, por dejarme compartir su día a día, durante dos meses, en los que me he sentido en mi casa, por ser un eslabón imprescindible en la locura maravillosa de críar a mi hijo.
Estos días son de paz, amor, regalos y resistencia física para preparar y devorar lo preparado, pero también son días para pensar en alto y reconocer lo que la vida nos da cada día, quede constancia.
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